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¿Mujer, quién eres?

¿Mujer, quién eres?

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Me estoy dando cada vez mas cuenta que el mundo lo mueven las mujeres, que el hombre que era considerado el sexo fuerte es en realidad el más débil.

Si nosotros ayudamos a nuestras jóvenes a reencontrar la propia identidad, el motivo por el cuál están en el mundo y qué deben hacer de su propia vida, seguramente el mundo estará mejor y cambiará para bien.

La mujer de hoy es la más pobre.

 

La joven es abandonada a su falsa madurez porque vive una gran diferencia
entre aquello que busca y aquello que pide, entre aquello que entiende y aquello que vive...
Esta separación, esta división que siente dentro de ella la desanima;
los valores que están grabados en su corazón no logra realizarlos
y la familia en la mayoría de los casos la deja sola con sus problemas porque no la entiende.
La mujer se siente frustrada y entonces acepta ser instrumentalizada, usada,
ensuciada y lamentablemente no se da cuenta que de esta manera
no solo causa su propia ruina sino también la ruina del prójimo.     

El prójimo que ahora es el novio, mañana el marido y pasado mañana la familia, por lo tanto la sociedad.

La mujer, inconsciente de su grandeza y de su dignidad
puede arruinar más que a ella misma, a la humanidad entera.
Hablemos juntos, busquemos conocer nuestra realidad profunda,
mirémonos a los ojos de mujer a mujer.

(m. Elvira)


¿Mujer, quién eres?

Eres la imagen y similitud de Dios. Llevas en tu vida, en tu intimidad, en tu cuerpo la imagen y similitud de Dios que está impresa dentro de ti. La similitud es algo más que la imagen. Cada uno de nosotros además de ser imagen de la persona humana, nos parecemos a nuestro padre, a nuestra madre... Esta similitud nuestra puede ser una similitud perfecta como dos gotas de agua, o una similitud deforme, desfigurada. Cuando la mujer acepta la apariencia y no el ser, cuando sigue solo la moda, el instinto, la conveniencia, cuando abusa de su encanto en vez de usarlo de manera positiva, entonces es cuando la mujer conserva la imagen pero pierde la similitud con la original, por lo tanto se altera y se convierte en un monstruo que corre el riesgo  de primero ensuciarse y después ser rechazada por los otros.

Jovencita, ¿porqué estas así de alterada, así de descuidada y eres así de superficial? En vez de hablar gritas o caes en un mutismo inexpresivo. ¿Porqué ya no sabes sonreír, porqué no te emocionas frente a los ojos de un niño, porqué no te dan ganas de abrazarlo entre tus brazos?

 

¿Jovencita, dónde quedó la mujer que hay en ti, que esta grabada en tu intimidad, en tu corazón?

¿Porqué ya no eres capaz de consolar, de animar, de compartir, porqué no desborda la vida en ti? ¿Porqué no hay entusiasmo, porque te dejas llevar por la indecisión, por la pereza, porque eres una “calculadora” que busca siempre su propio interés?

¿Porqué de dejas invadir del miedo de quedar sola si eres diferente?

¿Porque tienes miedo de decir “no” y bajas fácilmente el precio?

¿Porqué juegas con el fuego dando así tan poco valor a tu cuerpo, a tu feminidad?

 

Jovencita, ¿pero tu sabes quien eres?

¿Sabes a qué dignidad has sido destinada?

¿Sabes que en ti está la “cabina de la vida”?

¿Sabes que tienes entre las manos el futuro de la sociedad?

¿Sabes que estás llamada a escribir la historia de los hombres?

¿Sabes que si mucho depende de ti para bien, mucho depende de ti para mal?

¿Sabes que si no eres capaz de decir NO a la hembra que hay en ti, al varón que quiere, que intenta y arranca, no descubrirás jamás tu grandeza, no harás descubrir al hombre y no serás capaz mañana de educar a tus hijos diciéndoles “no” cuando sea necesario?

 

¿Mujer, pero tú sabes a qué estas llamada?

Estas llamada a amar, porque así es el proyecto de Dios sobre ti.

Esta llamada al amor te hace grande, te eleva.

Pero tienes que tener clara la conciencia sobre tu valor para poder responder a este llamado; si no tienes las ideas claras sobre ti es fácil resbalar y caer.

Mucho depende de ti: la alegría de tu vida depende de cómo respondas a esta invitación. Puedes ser fuerte en el bien, pero tremenda en el mal y de tus decisiones depende tu futuro y el futuro del mundo.

Redescubre el valor de la claridad, de la transparencia, de la honestidad, del respeto por el otro.

Es muy importante que tu creas que también en el muchacho existen  estos valores y que tu puedes ayudarlo a vivir estos valores que son grandes e importantes para su futuro, para nuestro futuro.

¡Ayúdalo a subir, no a bajar!

No confundas el amor falso, prohibido, ilícito, egoísta con el amor verdadero.

¡El amor verdadero es estima, sacrificio; es ayudarse a crecer, a subir!

¡Cuidado! Si no están estas señales puedes correr el riesgo de convertirte en un objeto de placer y cuando te conviertes en un objeto en las manos de un hombre ya no vales nada.

¡BUSCA LA ALEGRÍA NO EL PLACER!

¡El placer es de los sentidos, dura un instante, la alegría es del alma y se queda en ti!

Tú, por tus características físicas típicamente femeninas, por tu capacidad biologica natural de llevar la vida en ti, eres consiente en el fondo que no puedes ser patrona de ti misma, de tu vida, de tu tiempo, no puedes proyectar toda tu vida.

Estas llamada a ser colaboradora de Dios en dar la vida, que no se acaba en el instante de la concepcion ya que en ti queda la fuerza de donación para continuar a alimentar, a hacer crecer, a promover el don que nace en ti o que Dios te encomienda y que está destinado a la inmortalidad por lo tanto a la enternidad.

¡Ésta es tu verdadera carrera! Si aceptas el aborto no solo matas a tu hijo, sino tu propia vida. Y si no amas donando vida verdadera alrededor de ti, continuas a generar abortos, cadáveres, muertos también en aquellos que “vivos” se encuentran contigo.

Solo la sangre de Jesus Crucificado sobre tu sincero arrepentimiento, en la confesión, puede lavarte y darte de nuevo paz cada vez que descubras que tu vida no genera vida.

 

¿Existe un modelo para nosotras?

Si, MARIA, la mujer, la esposa, la madre, la virgen de todos los tiempos,
también del tuyo, del nuestro. Mirala a Ella y descubriras quién eres.

(Madre Elvira)


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